La vida fantástica es, por la fecha de la publicación de la primera novela de la serie, la segunda de las trilogías de Pío Baroja. Pertenecen a ella, como primera y tercera de la serie, las dos novelas del ciclo de Paradox, uno de los personajes más típicos y característicos de la fecunda galaxia barojiana: Aventuras, inventos y mixtificaciones de Silvestre Paradox (1901) y Paradox, rey (1906). Entre ambas, Camino de perfección, publicada en 1902 y que es, a juicio unánime de la crítica, una de las obras maestras de Baroja; por la hondura de su contenido más que por la misma perfección técnica, formaría, junto con El árbol de la ciencia (1911) y El cura de Monleón (1936), una trilogía no propuesta como tal por el autor, pero que los estudiosos se han encargado de diseñar y sugerir, con toda justicia, porque esas tres novelas constituyen, a lo largo de los más de treinta años que median entre ellas, la cristalización más densa y rica y la muestra más representativa del universo novelesco barojiano.
En La vida fantástica, como en la mayoría de las trilogías, se incluyen novelas que apenas si tienen puntos en común que justifiquen el agrupamiento; ni siquiera la cronología, ya que en el espacio de tiempo que media entre Camino de perfección y Paradox, rey Baroja ha publicado cinco o seis novelas que ha ido incorporando a otras trilogías.
Es patente el nexo entre la primera y la tercera novela de la serie, que tienen como protagonistas a Silvestre Paradox. Hay también otros personajes secundarios –don Avelino Diz de la Iglesia, don Pelayo...-que pasan del universo novelesco de Aventuras, inventos y mixtificaciones... al de Paradox, rey. Pero no se trata en ningún caso de las dos partes o momentos de una aventura vivida por los mismos actores. Podría haber sido otro el protagonista de la última novela de la trilogía y no se habría alterado su significado esencial, aunque el lector que conoce a Silvestre Paradox de las Aventuras... no puede menos de tenerlo como referencia intertextual de la nueva historia.
El nombre mismo que Baroja pone a la trilogía parece también corresponder en grado diferente a las tres novelas. Es fantástica a todas luces la aventura que se nos cuenta en Paradox, rey, distanciada no ya de lo verificable, sino hasta de las convenciones mismas de la verosimilitud. También es fantástica, relativamente, la aventura de Silvestre Paradox en la primera novela de la serie; y más que por la misma aventura, por lo original y estrafalario –lo fantástico- del personaje que la protagoniza. Más difícil resulta sin duda aplicar el calificativo a Camino de perfección, al menos en el sentido que les puede convenir a las otras dos novelas de la serie, dadas las indudables y profundas resonancias autobiográficas del protagonista Fernando Ossorio, el carácter verificable de los espacios en los que se desarrolla la acción y hasta el sentido msmo de la novela, que, junto con La Voluntad, de Azorín, publicada el mismo año, constituye un paradigma exacto de las actitudes y las ideas de la generación del 98.
Y sin embargo no está fuera de lugar hablar de la unidad –“unidad maravillosa”, dice Joaquín Casalduero(36)- de La vida fantástica. Seguramente porque, más allá de fábulas independientes y de tratamientos narrativos claramente diversos, hay en las tres novelas un fuerte sustrato común de ideas, valores, de visiones de la realidad, que apuntan, en última instancia, a un único elemento genético, que es, ni más ni menos, Pío Baroja y su visión del mundo.
Autores diferentes que han estudiado por separado las novelas de La vida fantástica han advertido, en la andadura vital y existencial de sus protagonistas –Fernando Ossorio, Silvestre Paradox, inventor en Madrid y rey en Uganga- claras resonancias del nombre –del superhombre- nietzscheano. Claro que se apunta aquí a un elemento –el pensamiento de Nietzsche- omnipresente en el universo barojiano y no sólo en las novelas(37). Desde él sería a lo mejor posible sistematizar los textos novelescos barojianos de forma diferente a las trilogías y con más lógica tal vez en más de un caso.
La vida fantástica es, pues, una de tantas trilogías barojianas, de asunto y técnica novelesca diferente; sus novelas no tendrían en común más que la reaparición en la última de la serie de algunos personajes de la primera. Pero esta misma diversidad temática y narrativa puede hacernos pensar que La vida fantástica expresa de modo paradigmático esa inquietud de Pío Baroja, sobre todo en su primera etapa de creación, por experimentar nuevas formas para un género que por definición –del propio Baroja, naturalmente- se presenta esencialmente cambiante e ilimitado(38).
*1991, “Introducción”, LASAGABASTER, Jesús María (Ed.): Pío Baroja. Paradox, rey, Madrid, Espasa Calpe, 9-54.